Las elecciones diarias

Es discusión filosófica habitual la de la naturaleza del libre albedrío, incluso hay quien lo niega determinados como estamos por la genética y el entorno, por los antecedentes y los antecesores. Pero es bonito pensarnos seres libres, tal vez el estadio supremo de la evolución, aunque no muy por delante de la motricidad fina que nos conceden la bipedestación que liberó nuestras manos de la sucia tarea de impulsarse y la pinza que se ejerce entre índice y pulgar y que nos permitió desarrollar sofisticadas herramientas para llegar hasta el tuétano de los huesos de los animales (la parte más codiciada por nutritiva), el pulido de armas para la caza o la creación de sutiles obras de arte toda vez que alcanzamos, como sociedad, un concepto de belleza tan discutible en su formulación como cierto en su existencia, como lo demuestra su propia experimentación.

Qué hacer con las manos suele ser uno de los primeros debates que mantiene consigo mismo un bebé en ese balbuceo que nos parece inocente, pero que no deja de ser una de las primeras rumiaciones que le harán perder el sueño (a él y a sus padres). Qué hacer con las manos y dónde mirar, a qué formas y colores atender en detrimento de otros, dando preferencia, generalmente, al brillo y al movimiento, a la música y al ruido por delante de la quietud o el silencio. El egoísmo propio del bebé, el criterio puramente egocéntrico de sus decisiones es tomado como algo natural por sus progenitores y por la comunidad, algo que consienten e incluso aplauden porque esta aproximación es puramente biológica. Ahora bien, ¿cuándo educar el instinto? ¿Cuándo comunicarle al bebé que, salvo excepciones, dejará pronto de ser rey para pasar a ser siervo? ¿Que sus manos estarán al servicio de otras manos, no siempre limpias como las de sus papás?

Tal vez muchos hayamos elegido ser esclavos. Ello pese a haber nacido viendo seriales estadounidenses donde cada poco alguien saltaba con el eslogan «este es un país libre». No sé si se trata tanto del, en lenguaje marxista, control de los medios de producción, pues no envidio necesariamente a quienes lo ejercen o disponen de ellos. Creo que la libertad reside más bien en una paz de espíritu que tiene que ver con una congruencia en el creer, en el pensar y en el obrar que se alcanza tras años de mucha práctica, de innumerables errores y, por fuerza, muy cerca ya del ocaso de nuestras vidas hacia donde, mientras tanto, nos encaminamos dando bandazos e hiriendo sentimientos.

Hoy, en esta noche postelectoral, atacado por la tos y por el insomnio, creo más que nunca que esa paz se encuentra también en el deber. Obedecer a un buen jefe, perseguir una causa noble, dar servicio a seres necesitados y agradecidos, son aspectos poco valorados en nuestro mundo actual. Ojalá alguno de los representantes públicos haya sido agraciado con los dones que le conviertan en ese líder comprometido con el bien (bastaría con que tuviera una idea propia del bien) y no con el bienestar de los suyos. Y que apoyarlo, además de votarlo, pudiera ser una de esas tareas que nos reconfortasen en una noche estival como esta, presidida por los grillos, las piltrafas de las juventudes de cada partido que celebran sus respectivas victorias y algún que otro suicida ocasional sin vocación.

Un potencial suicida, todos lo somos, cada uno a nuestra manera, que tal vez mañana, o pasado, se encuentre acostado junto a su pareja y no sepa bien cómo usar las manos, esas que antes iban solas a provocar y provocarse placer, a probar, como un recién nacido, el tacto de una piel nueva y comprobar, sin pretenderlo, su temperatura. Esas manos exploradoras son las mismas que ahora piensan, depositan de pronto una papeleta, facturan y se detienen ante el bochorno y el dolor que ocasiona, en ambas direcciones, una caricia no deseada que será evitada por su receptor: el primer acto de violencia que ejercemos de bien niños, protegidos por una inocencia que nunca más regresa: la caricia que se evita, la caricia que ya nunca más se ofrece. El silencio posterior.

One Reply to “Las elecciones diarias”

  1. «La libertad reside más bien en una paz de espíritu que tiene que ver con una congruencia en el creer, en el pensar y en el obrar» Persiguiendo una causa noble.
    Para citar Ch

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