Enciclopedia de las cosas buenas
En la biblioteca de la facultad (salvaré su honor omitiendo cuál) los pechos de las estudiantes, ajenos a la acción de la fuerza de gravedad sobre su masa, permanecen en la misma elevada atalaya en la que los dejé –no pasa el tiempo por ellos. Lo mismo sucede con las placas de Continúa leyendo