París, polis moderna
Visitar París en plena primavera es arriesgado. Uno acepta la posibilidad de que luzca el sol, hecho improbable, e ilumine la fachada de sus edificios blancogrises, o aquellos otros que parecen esculpidos en oro puro. Y que se llenen los jardines de niños que juegan, estudiantes que saborean sus últimos años Continúa leyendo