Navidad

En esta tregua que las sociedades se imponen de forma más o menos orquestada en medio de la infructífera búsqueda de un sentido para la vida, y lejos de todo acto de voluntad, me ha dado por recordar las navidades de la infancia: aquellas dos semanas de vacaciones, tardes de deporte y videojuegos con amigos que se desarrollaban en el marco de un hogar aparentemente feliz.

Llegar a adultos supone muchas veces descubrir el truco que hay dentro de la chistera, la estructura del poema que te estremece, el pentagrama y la razón de ser de una pieza maestra de la música clásica. Leer a Platón o a Nietzsche, comprender los mecanismos del engranaje que mueve este mundo imperfecto gobernado por las pasiones humanas y sus representantes, incrementan nuestro grado de consciencia. Consciencia del desconocimiento, del abismo hacia el que se aboca el presente sin que nadie quiera hacerse con los mandos del aparato.

Una de las primeras epifanías descorazonadoras es comprender que los reyes magos no existen, que son los riñones de los progenitores, que es la presión social de sus iguales que les impulsa a dotarte de un regalo del que poder presumir el primer día al regreso de las vacaciones. La segunda es comprender que, una a una, todas las tradiciones que creías nacidas del corazón de un alma altruista son el fruto de una maquinación orientada a amasar fortunas transitorias, opíparas manifestaciones de un vacío mucho más profundo.

La Navidad es, hoy en día, el residuo pagano de una festividad de base religiosa, ficción, a su vez, generada sobre la necesidad que las comunidades humanas han expresado siempre, incluso en sus versiones más ancestrales, del advenimiento de un salvador. En 2016, por suerte o desgracia, del mito queda la parafernalia: los pastores de Judea, el portal de Belén y la estrella que indica el camino. La parafernalia sincretizada con el nuevo ideal humanista, que no necesita de dioses, pero que se inventa cada día los suyos propios; que no necesita anuncios angélicos, pero que se gasta billones de euros en publicidad.

Y comprenderán, después de todo, que al niño que ahora ha visto la tramoya, el libreto y la promoción de este auto sacramental, no le guste lo que ve y quiera, simplemente, por Navidad o en cualquier otra época del año, ser capaz de fingir ignorancia (más aún), creer que el cuento está basado en hechos reales y que los regalos son el fruto de una voluntad individual surgida de lo más hondo del ser humano, y no de los bajos fondos de un sistema que solo se sirve de la nostalgia para producir mayores beneficios.

Solo espero que sus casas sean reductos arcádicos, paraísos de la ignorancia y manantiales de amor sincero. Felices fiestas.

3 Replies to “Navidad”

  1. Lo cierto es que el intenso consumismo y los placeres más superficiales, inundan estas fiestas. Poco o nada podemos hacer para que nuestros niños eviten caer en ese abismo comercial, en el que los mayores ya entramos de cabeza hace tiempo. Todo cuanto dices es cierto.
    Pero si me alejo de estos días navideños, si los veo como otros días más…Entonces, logro recuperar la esperanza en el género humano. Seres capaces de dar amor, generosos, amables, etc. Aunque tan sólo sea por unos días, veo como personas que jamás abrazan o besan, lo hacen. Seres intentando hacer las cosas desde «su mejor intención». Lo cierto es que en muchos casos no es más que una mascarada que intenta apaciguar antiguos sentimientos de culpabilidad, traición o miedo. Pero aún así, es un esfuerzo que para mi es válido, pues me hace ver ese lado oculto en lo cotidiano, ese lado que parece inexistente en sus «almas de día de diario». Me gusta que salga, aunque sea de modo forzado y ocasional, no pasa nada. Tengo la esperanza de que puedan conservarlo al notar que funciona, que se sienten mejor actuando desde su «mejor intención». Quién sabe, tal vez para unos pocos logré ser el detonador del hábito en sus acciones cotidianas y poco a poco, logren ver que todos somos uno. Y que por tanto esa felicidad que buscan fuera, está dentro y se ilumina con fuerza cuando deseamos lo mejor para los demás. Amor, es lo único que aplaca al miedo. Felices fiestas!

      1. Gracias, eso espero. Me motivan siempre a la reflexión tus textos. Es estupendo que tengas tu página. Gracias a ti.

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