
Ay, Pepe
Regresando en el Alvia desde Madrid, asistí a una anécdota muy curiosa. El tren arrancó para sorpresa de una mujer de unos 70 años –media melena rubia teñida y una blusa a manchas grises y negras– que empezó a echar de menos a su esposo, a quien le había ordenado traer Continúa leyendo